viernes, 8 de enero de 2010

Un tipo serio (A Serious Man) de Joel & Ethan Coen




Es muy fácil alabar a Kubrick. O a Hitchcock. O soltar cualquier rollo intelectual sobre Tarkovsky. Nadie va a responder con el ceño fruncido a una disertación pseudo- sobre Tarkovsky. Hay muchos cineastas de sobra consagrados que han sabido mover hacia delante en esto del cine, de los que ya nadie duda, pero admirar a los valores que están actualmente en alza es harina de otro costal.

Quentin Tarantino, Paul Thomas Anderson, Jim Jarmusch, David Lynch, Wes Anderson (al que seguiré defendiendo contra viento y marea) y los hermanos Coen son los cineastas que ahora mismo están moviendo hacia delante (junto con David Cronenberg si le perdonamos que naciera en Canadá, y alguno más que supongo que se me escapará), sobre todo en cuestión de lenguaje cinematográfico. Han absorbido todo el cine de antes y han colocado sus ojos al espectador, en muchos de los casos sin sacrificar la visión comercial ni restringir su público necesariamente. La generación anterior ha pasado el testigo, mientras algunos como Coppola o Scorsese andan quemando sus últimos (y dolorosamente mediocres) cartuchos.



Tras comprar las entradas para Un Tipo Serio, la nueva de los hermanos antes mencionados, una pareja de “señoras mayores” (hagamos uso del término en pos de preservar la corrección política) nos asalta: “Perdonad, ¿habéis visto eso de Avatar?” “” – respondemos. “¿Salen muchos bichos?” Les digo que sí: “Un montón de bichos… pero son muy bonitos, de muchos colores”. Parecen decepcionadas, se alejan unos metros. Pasados unos segundos vuelven a nosotros: “Pero a ver… ¿la película esta de Avatar de qué va?”. Intentando torpemente adaptar el argumento de Avatar para la tercera edad resumo: “Pues… a ver. Es de un exmarine que es minusválido y lo contratan para camuflarse de alienígena y mezclarse con los otros alienígenas… y entonces se enamora de una alienígena y… ¿han visto Pocahontas?”. Las señoras nos dan las gracias y se marchan, escaleras del Palafox abajo: “Gracias, pero esas cosas... ya no nos van”.

¿Si la elección de mis palabras hubiera sido otra las señoras hubieran entrado a la película? ¿Si en vez de “muchos bichos” hubiera contestado “algunos bichos” y si hubiera comenzado mi sinopsis con “es una historia de amor…” Cameron hubiera vendido otras dos entradas? ¿Mi odio hacia el fenómeno Avatar me ha hecho tratar de boicotear la película subconscientemente?

Un tipo serio plantea enigmas similares, aunque mucho más cercanos a la paradoja del gato de Schrodinger (gracias Rako por el vídeo). Por esta parte no adelanto más para no entrar en el envenenado mundo de los spoilers. Lejos de entrar a discutir si existiría película si nadie fuera a verla, prefiero enredarme en mi labor de veneración a los Coen, que como ya he adelantado, no es nada fácil.




Tras ese extraño bache compuesto por Crueldad Intolerable y Ladykillers y adelantado por la mediocridad de O Brother, los señores Ethan y Joel llevan tres películas (No es país para viejos, Quemar después de leer y esta última) en las que juegan con las estructuras narrativas, los finales anticlimáticos, las elipsis y, sobre todo, la importancia y el peso de los personajes. En cada una de ellas han colocado una figura que está por encima de los protagonistas, cuya vida y circunstancias se revelan como insignificantes en un momento dado. En No es país para viejos teníamos al personaje de Tommy Lee Jones mirando las cosas desde una perspectiva totalmente lejana, como la que tienen los mandamases de la CIA en Quemar después de leer. En el caso de Un tipo serio este privilegio se concede, nada más y nada menos, que al propio espectador.

La película es lo más personal e inaccesible que han hecho estos dos. Podría decirse que va un paso más allá de Barton Fink, con un lenguaje propio depurado, firme y sobrio. Las casualidades e incluso de los Deus ex Machina están encajados a la perfección, siendo este uno de los puntos recurrentes en el cine de los Coen que más ha evolucionado, lejos ya de la sobrevalorada El gran Lebowsky. Aunque me cuesta horrores ser objetivo con estos cineastas, puedo decir a falta de algún revisionado que otro que Un tipo serio es una de sus mejores películas, y que su planteamiento más profundo, lo que hay debajo… no está tratado con palabras, sino con cine.

La caída a los infiernos de Larry Gopnik a modo de Job (el del antiguo testamento) de finales de los 60 nos sirve para adentrarnos en su mundo de atmósfera hostil, de preguntas sin respuesta, de respuestas sin importancia, de circunstancias adversas. Todo ello rebozado en simbología judía, humor (negro no, nigérrimo) y los Jefferson Airplane. ¿Qué le ocurre a este profesor de física atacado por su destino? ¿Acaso importa? Qué más da, al fin y al cabo, sólo es una historia...




2 comentarios:

  1. Algunas de tus afirmaciones son una completa basura, aunque Un Tipo Serio es de las mejores películas, no de los Coen, sí no DE TODOS LOS TIEMPOS.

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  2. ¿Mediocre O Brother? Retícula, anda. ¿Sobrevalorada El gran Lebowski? ¡Venga, hombre!

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