lunes, 18 de enero de 2010

The Invention of Lying (Ricky Gervais & Matthew Robinson, 2009)


Ricky Gervais es uno de los mejores cómicos en activo. La obra maestra de la televisión The Office y la también grande pero no tanto Extras, lo atestiguan. Aunque mi verdadera esperada fuera (y es) Cemetery Junction, con Stephen Merchant de co-creador, las expectativas de cara a The Invention of Lying no eran pocas: Ricky Gervais junto a un tal Matthew Robinson recreando un mundo en el que las personas son incapaces de concebir tipo alguno de mentira (incluyendo las mentiras por omisión)... hasta que llega nuestro protagonista, encarnado por Gervais, y da con el secreto del éxito: "decir lo que no es".

Y bien, yo tampoco voy a mentir. La película tiene múltiples fallos, es irregular, adolece de personajes planos y soluciones de guión muy desacertadas. Echamos de menos a Stephen Merchant (a pesar de su breve cameo) y echamos de menos Inglaterra. El humor marca de la casa de Ricky Gervais, aunque reaparece (de manera explícita) en ciertas ocasiones, se encuentra tremendamente diluido y adaptado a los cánones americanos de la comedia. La genialidad de The Office está ahí, sabemos que está... pero no termina de salir a la superficie. Esto nos da dos o tres momentos brillantes (cuando la película arriesga), sepultados por otros tantos bastante mediocres.

La recreación de un mundo en el que sólo se dice la verdad está muy cuidada y, aunque ciertos detalles chirrían, consigue hacerse verosímil a ojos del espectador. Sin embargo este universo sólo es una excusa para plantearnos los verdaderos temas de la película, que van desde la propia naturaleza de la mentira hasta el existencialismo, y que sin duda son lo más interesante de este trabajo. Es una lástima que los convencionalismos y artificiosidades lastren estos planteamientos, que viniendo de quien vienen podrían haber dado lugar a una película brillante, pero parece que sin Merchant, Gervais no se atreve a sacar toda esa acidez y renegrura que caracterizan a sus anteriores obras.

En definitiva, película que (a pesar de todo) merece la pena ver, y de paso apagar las ansias de cara a Cemetery Junction.

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